Le recomiendo a cualquiera que utilice internet ver el documental de Netflix “El dilema de las redes sociales”. En él varios ex-ingenieros de empresas tecnológicas destripan los mecanismos por los cuales nos volvemos adictos a la tecnología. Entre ellos Tristan Harris, fundador de Human Tech, un movimiento para tomar el control de la tecnología y el culpable de que lleve un Casio de “oro” de 30€ para no tener que consultar la pantalla del móvil para ver la hora.
Por aquí os dejo algunas reflexiones sobre el documental:
- Por supuesto el documental tiene paradojas. Como muchos otros documentales y noticias, “calla más de lo que dice, pero dice la verdad”. El documental también toca botones emocionales, no ofrece visiones alternativas y Netflix es una compañía famosa por su algoritmo de recomendación diseñado para engancharte.
- Teniendo en cuenta que Netflix es el nuevo Tele5, es muy positivo que este tema se vuelva masivo y esté en boca de todos. Que nos sirva para saber que somos altamente hackeables por algoritmos, si es que no nos habíamos dado cuenta por las casas de apuestas, la heroína, los hidratos de carbono o el café de la mañana.
- “El problema no son las fake news, el problema es la liberalización de las fake news”. (Cámbiese por ‘desinformación’ para mayor rigor y peor sonoridad). Los medios tienen la tentación de clamar contra las tecnológicas por la desinformación -y no les falta razón- no obstante, tampoco aboguemos por volver a un status quo previo en el que unos pocos tenían el poder exclusivo de contar algo o dejar de contarlo.
- La responsabilidad de las plataformas en lo que se publica no puede quedarse en la excusa infantil de culpar al algoritmo. No permitamos esa falacia ni un minuto más. Nos jugamos mucho en las próximas décadas.
- No obstante, la regulación puede no ser la mejor solución, ni a nivel legal, ni ético ni operativo. Difícil explicarlo en una línea, pero relacionado con el siguiente:
- Se cumple un patrón común en la tecnología: no crea problemas nuevos sino que los hace crecer a un nivel que resulta insostenible. Mis vecinos ya generaban una externalidad no regulada en forma de ruido antes de que Airbnb apareciese, pero Airbnb lleva el problema a otro orden de magnitud.
- El problema es que quizás consumamos medios sociales buscando el subidón hormonal por encima de la información. La realidad, en ocasiones, suele ser más gris y menos polarizada que lo que nos atrae.
- ¿Debemos seguir probando a hacer portadas personalizadas y fomentar las comunidades? Creemos que sí, pero con cuidado y consciencia de los problemas que puede traer.
- ¿Es el ideal de Menéame una portada única, con noticias que no activen los botones emocionales, enfocada a que personas de distintas ideologías e intereses compartan unos hechos comunes, sobre los que pueden opinar de forma distinta?